miércoles, 25 de enero de 2012

LEY DEL ABORTO

El ministro de justicia Alberto Ruiz Gallardón ha anunciado varias reformas que se llevarán a cabo en esta legislatura. Entre ellas asoma la promesa de modificar la polémica ley del aborto para que las menores no puedan abortar sin el consentimiento de sus padres. Damos pasos hacia atrás, una vez más la sociedad burguesa despliega sus alas hipócritas desatendiendo la problemática social y desprotegiendo a aquellos que realmente necesitan apoyo.
La mujer queda, una vez más, relegada a la voluntad del padre, tachándola de incapaz para decidir sobre su propio destino. Se pretende proteger el derecho a la vida, ¿pero que vida protegen?. Desde luego  que la de la adolescente no. Asegurar longevidad a este patriarcado es lo único que preocupa aquellos que se jactan de trabajar por una sociedad más justa e igualitaria. 
No se preocupan por aquellas menores cuyos padres las obligan a tener el hijo que no desean, las hacen presas de su propio cuerpo como si este no les perteneciera, condicionando su futuro y arrancando su derecho a elegir. ¿Que clase de adultas pretenden construir? Sumisas, condescendientes, frustradas, no corren la misma suerte que los varones de su edad que pueden actuar libremente sin tener consecuencias directas en su propia existencia. Ante la desigualdad de condiciones, en esta sociedad de moral desdibujada, miramos a otro lado.
Tampoco piensan en esas menores que por temor a la reacción de sus progenitores acuden a lugares de dudosa sanidad y practican abortos en condiciones indeseadas poniendo en peligro sus propias vidas, en silencio, encerradas en el miedo a su propio cuerpo, abrumadas por el poder de su propia carne.
Desde la infancia se le repite a la mujer que ha nacido para engendrar, ensalzando los esplendores de la maternidad para que olvide los inconvenientes que esto le supone en una sociedad creada por y para el macho.
Defiendo la capacidad de las mujeres para decidir sobre sus propias vidas independientemente de la edad que tengan. Debemos preocuparnos por dar a la adolescente las herramientas necesarias para dar pasos acertados en su camino, para que su voluntad pueda ser llevada a cabo. Darle la información necesaria para que no quede embarazada si no lo desea y servirle de  apoyo cuando se sienta abrumada por las circunstancias. Fomentar una sexualidad sana y libre de moralidades opresoras donde el propio cuerpo sea lo que es, nuestra única y verdadera propiedad privada.
Somos dueñas de nuestros cuerpos, de nuestras vidas. Levantemos la voz por nosotras mismas, por aquellas que siguen nuestros pasos, por aquellas que nos parieron y las que parieron a estas. Defendamos una maternidad basada en el amor y la voluntad, no dejemos que el miedo y la frustración castre nuestro destino.



                                Regina Zerené

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